En la naturaleza, los caballos recorren distancias considerables cada día. En sus desplazamientos entre los pastizales y las diferentes fuentes de agua, los caballos salvajes pueden recorrer entre 32 y 80 kilómetros. diarios con un ejercicio lento y constante, presentando muchas veces breves períodos de actividad más vigorosa. Estos largos desplazamientos forman parte de su comportamiento natural, ya que les ayudan a encontrar comida y agua y a evitar a los depredadores.
Animales de huida
Los caballos son animales de presa, por lo que emprenden la huida como medio de protección; así evitan ser devorados en estado salvaje.
El galope es un paso natural de los caballos, desarrollado evolutivamente por su necesidad de huir de los depredadores y pueden galopar rápido. Tienen extremidades largas y delgadas, unidas a grandes cuerpos musculosos, lo que les confiere una gran potencia y, como atletas, superan a otros animales de tamaño corporal similar. La inclinación natural a moverse y correr habría sido crucial para la supervivencia de los caballos en estado salvaje.
"En contextos naturales y sociales, los caballos parecen "competir" entre sí. Correr y saltar en lo que parecen carreras lúdicas es un aspecto destacado del juego entre los jóvenes..."
Animales de rebaño
Los caballos también son animales de manada: les gusta correr en grupo, como en un campo de carreras. Escribe la doctora Sue M. McDonnell, especialista certificada en comportamiento animal aplicado y directora fundadora del programa de comportamiento equino de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pensilvania:
«En contextos sociales naturales, los caballos parecen «competir» entre sí. Correr y saltar en lo que parecen carreras juguetonas, que es un aspecto destacado del juego entre los jóvenes, especialmente los potros.
«Entre los adultos, correr se produce en un par de contextos. Tanto los machos como las hembras corren para escapar de amenazas. Los machos adultos también corren cuando persiguen o son perseguidos por otro macho. En esos contextos sociales naturales, el comportamiento parece indicar que, a cierto nivel, han «ganado» o «perdido».
Nacido para correr
Una hora después de nacer, los potros pueden mantenerse en pie y en una semana pueden recorrer ocho kilómetros, gran parte de ellos al galope. Este rápido crecimiento y actividad física, que se completa en un 98% a los dos años de edad, es una adaptación evolutiva que también equipa a los caballos para eludir a los depredadores.
Los veterinarios más destacados creen que este comportamiento sirve como condicionamiento natural, «cebando todos los músculos, tendones y cartílagos en una variación de carga». El Dr. Chris Rogers sostiene que esta variación temprana de la carga es crucial para que los caballos jóvenes desarrollen una tolerancia a las cargas que experimentarían en las carreras.
Continúa Rogers:
«Es tan diferente de un bebé humano, y creo que ése es uno de los grandes problemas que tenemos con la gente de fuera del sector que ve las carreras de 2 años. Todos los miran y dicen: ‘Oh, los de 2 años, deben de ser bebés’. Pero si te fijas, ese animal ha estado moviéndose, recorriendo distancias significativas desde que tenía un par de días».
Al igual que para los humanos, las carreras y el entrenamiento pueden ser exigentes para los caballos, pero debido a los cuidados y la atención individuales que reciben, el estrés inducido por las carreras es comparable al que soportan los atletas humanos.
"Al cabo de una hora de nacer, los potros pueden mantenerse en pie y, en una semana, pueden recorrer ocho kilómetros, gran parte de ellos al galope".
Animales inteligentes y sociables
Los caballos son animales inteligentes y también sociables, lo que significa que pueden prosperar en diversos entornos, incluidos los que les proporcionan los humanos.
En muchos sentidos, es una vida de lujo: aseo personal, dietas controladas por expertos, fisioterapia y sesiones de natación. Mantener un caballo en pleno entrenamiento cuesta entre 30.000 y 70.000 dólares al año, dependiendo del lugar, con acceso diario a un veterinario, visitas anuales al dentista y un nuevo juego de herraduras cada cuatro o seis semanas.
Además, un caballo suele pesar alrededor de 1100 libras, bastante más que un humano, por no hablar de un jinete. Así que cuando se trata de persuadir a un caballo para que haga algo, si realmente no está dispuesto, poco puede hacer un humano. Estas magníficas criaturas, aunque brillantes, también pueden ser bastante testarudas, lo que sirve como prueba innegable de que no se les coacciona para que corran contra su voluntad.
fuentes
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